Debate presupuestario
JUAN LUIS PÉREZ TORNELL/

El Presupuesto General del Estado se pacta con los enemigos del Estado mismo delante de nuestras narices y nadie nos ahorra la vergüenza, propia y ajena, de hacerlo al menos a cencerros tapados. Orinan en la piscina, pero no como todo el mundo, sino desde el trampolín

Juan Luis Pérez Tornell

EN ESE RASTRO que otros llaman Congreso de los Diputados ya se han perdido las más elementales formas de educación propias del honrado comerciante.
Los trileros que nos representan ni siquiera ponen ya bolita alguna bajo el cascarón de la nuez. Se han dado cuenta de que la sociedad española ha alcanzado tan alto grado de catatonía -rigidez muscular y estupor mental, algunas veces acompañado de una gran excitación-, que excusan el disimulo y las apariencias.

El Presupuesto General del Estado se pacta con los enemigos del Estado mismo delante de nuestras narices y nadie nos ahorra la vergüenza, propia y ajena, de hacerlo al menos a cencerros tapados. Orinan en la piscina, pero no como todo el mundo, sino desde el trampolín.

También es notable la irrisión del precio solicitado.

Las líneas rojas ya no son la autodeterminación, la conquista de los cielos, la libertad de los presos, la expulsión del castellano del sagrado ámbito autonómico ni cualquier otro objetivo solemne y rimbombante.

El Gobierno otorga ya peticiones ridículas a gente impresentable y los representantes de ETA en el Congreso le premian con soplamocos del tipo “si hay que votar los Presupuestos para que los presos salgan de la cárcel, pues se votan”. Hay que reconocer el mérito o la inocencia de decir las cosas como son. Nadie enrojece en ninguna parte, ni en el Gobierno ni en sus voceros, al escuchar afirmaciones como esa. Todos sabemos que es verdad, que ETA asesinaba pero no mentía habitualmente, y sus albaceas siguen la tradición.

Otros precios pagados, supongo que para distraer, son tan irrisorios que resultan hasta simpáticos: por ejemplo el Gobierno accede a que los niños navarros del sur puedan gozar de ciertos dibujos animados en euskera que probablemente no miran ni los hijos del lendakari. A ver si así, poco a poco, Euskalherría conquistará por la vía cultural el espacio vital necesario para, sin asesinar a nadie, hacer propio el pacharán y los espárragos de Tudela.

También el lendakari ha pedido que, ya que no puede con lo más, se le conceda al menos lo menos que la Rioja Alavesa adquiera su propia denominación de origen en cuanto a los famosísimos caldos, separada de la Rioja, hasta que no se consiga ésta por derecho de conquista.

A ver qué pedimos el año que viene.

A Rufián, más rufián que nunca, proxeneta del Gobierno, se le conceden además del dinero habitual para la causa, la promesa de que se va a imponer a NETFLIX (desconocía que fuese una empresa estatal) que los subtítulos de sus interminables series sean en catalán. Pues muy bien…

Por cierto, ¿qué pasó con la cacareada mesa del diálogo en la que se iba a firmar el Tratado de Versalles de la independencia? Las pretensiones parecen ser mucho más modestas.

Pero el verdadero mercadeo, por encima de estas tonterías, el pacto importante, que desmantela de una vez la ficción de que el Poder Judicial independiente existe, es el acuerdo entre el PSOE y el PP para nombrar a sus representantes en el Tribunal Constitucional. Queda claro con luces, taquígrafos, y sin ahorrarnos tampoco vergüenza propia ni ajena, que el Poder Judicial, o al menos su independencia, les importa un bledo.

Liberados por fin del pudor, ya no ocultan el secreto de Polichinela ¿para qué?, los elegidos son exactamente lo que parecen: juristas de reconocido prestigio.

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