El Ayuntamiento de Garrucha se hunde en problemas. Surge uno nuevo cada semana. El origen de todos está en una desordenada -mejor caótica- gestión económica; en la mala dirección que lleva la administración de los recursos públicos que ingresan los vecinos vía tasas e impuestos.
La falta de ingresos deriva en incapacidad para nuevas inversiones, en averías o deterioro de las infraestructuras municipales, y en los costes de una plantilla agigantada. Por si fuera poco, el alcalde y el concejal de Urbanismo coinciden en la peligrosa autonomía que se han tomado los altos funcionarios responsables de área económica.
“Aproximadamente el 40% de las nóminas están mal hechas, presentan muchos errores que incrementan el gasto en Personal, sin que esos incrementos hayan sido aprobados por los órganos de Gobierno”, dice el alcalde, Pedro Zamora.
El regidor se desmarca del trabajo del interventor, el tesorero y los responsables de Personal y Contratación. Son los cuatro altos funcionarios de los que depende el orden económico del Consistorio.
“Suplantan al Gobierno”, dice el alcalde, respaldando implícitamente la denuncia que ha presentado ante la Fiscalía su socio de Gobierno Álvaro Ramos. “No estoy de acuerdo con el interventor, pero no puedo quitar a nadie sin pruebas, más aun sabiendo que si prescindo de él se paralizan los pagos municipales”, arguye el presidente de la Corporación, que es partidario de esperar el informe que la Cámara de Cuentas de Andalucía está elaborando.
Ramos, por su parte, prefiere el camino judicial. Ha escrito al fiscal informándole de presuntos delitos cometidos por el interventor, el tesorero Antonio Gerez; el responsable de Personal, Manuel Guil, y la de Contratación, Esther Domínguez.
La denuncia apunta a un conjunto de decisiones tomadas por los citados, que sin autorización de los autoridades políticas consistoriales, habrían incrementado las remuneraciones de muchos funcionarios, incluidos ellos mismos, y permitirían compatibilidades y emolumentos que lastran al erario municipal.
“Se está acusando a Álvaro -ahonda el alcalde- de ser el problema de todo por denunciar, pero el problema no es Álvaro, sino lo que nos han dejado en herencia los socialistas. Porque esto ha sido su cortijo. Y cuando queremos hacer las cosas bien te encuentras con sus ataques, que llegan al terreno de lo personal”.
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