Nazionalismos
JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO/

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La izquierda española de clara raíz leninista y estalinista debiera avergonzarse de apoyar en España al nacionalismo, cuando la fundamentación de la izquierda marxista es justamente el internacionalismo, contrario a los nazionalismos

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO/

EL PASADO DÍA 6 de diciembre se conmemoró el día de la Constitución española. Escribo conmemoración porque no fue en absoluto una celebración, como hubiera correspondido. Y no fue una celebración, fue un acto frío e insípido porque quienes habrían de celebrarlo están agrupados en el propósito de liquidar el orden constitucional como objetivo prioritario.

Quienes por edad y profesión estuvimos tan próximos aquel 6 de diciembre de 1978, podemos testimoniar que fue un día de júbilo y celebración colectiva. En pueblos y ciudades de España, largas colas para votar. Una brisa de optimismo y esperanza barría los rescoldos de un pasado funesto. La Constitución del consenso, según entendieron los ponentes de todos los partidos políticos, recogía las ansias de los españoles para avanzar hacia un futuro en convivencia y democracia. Era el pilar de la democracia naciente y del Estado de Derecho que habrían de proteger los derechos y libertades de todos, sin excepción alguna. El resultado de aquella votación fue esclarecedor del consenso entre las distintas fuerzas políticas, la primera vez que en la historia de España se aprobaba una Carta Magna entre el alborozo popular.

Han trascurrido 42 años de aquella fecha y observamos cómo el dinamismo político constitucional ha entrado en claro declive alentado por partidos que se niegan a aceptar aquel triunfo colectivo donde habrá que incluir singularmente a Cataluña, cuya voluntad popular se expresó de manera entusiasta (el 91,09 % de los catalanes en 1978 votaron sí a la Constitución, la mayor proporción de todas las regiones españolas). Lo que ha ocurrido desde aquel 6 de diciembre a este otro de 2021 podría diferenciarse en la presencia determinante en la política española de partidos que cabrían en la calificación de nacionalistas, cuyo propósito firme es acabar con la unidad territorial de España que proclama la Constitución. A este nazionalismo secesionista y violento, sorprendentemente se unen otros partidos de la izquierda extrema y, asimismo, el partido mayoritario en el Gobierno de España, el PSOE. No es cuestión de detallar aquí los ataques frontales o laterales desde estos partidos a la Constitución. Podrían preguntar a Miguel Roca, a Gregorio Peces Barba, Solé Tura y tantos otros políticos de izquierdas por qué propusieron al pueblo español esta Constitución ahora tan repudiada. La izquierda española de clara raíz leninista y estalinista debiera avergonzarse de apoyar en España al nacionalismo, cuando la fundamentación de la izquierda marxista es justamente el internacionalismo, contrario a los nazionalismos. Aquí habrá que explicar que los dos totalitarismos del siglo XX surgen del socialismo. Los nazionalismos identitarios y supremacistas que arrasaron Europa y fueron causa de una guerra devastadora, nazismo y fascismo, se llamaban socialistas. Y de otra parte el totalitarismo de las dictaduras del proletariado de la extinta URSS también se auto proclamaban socialistas. En España, en pleno siglo XXI, la conjunción de ambas ideologías políticas radicales y extremas trabajan para liquidar de una u otra forma la Constitución de 1978.

Será oportuno repasar lo que los nazionalismos han sido para la historia de Europa y de la humanidad. Entre las muchas obras, estudios y ensayos sobre los nacionalismos destacan el historiador Eric Hobssbawn con su libro “Sobre el nacionalismo” (editorial Crítica,2021), un detallado repaso histórico sobre estos movimientos. La obra de Hugh Seton-Watson es bastante enciclopédica y abarca una exhaustiva investigación sobre los orígenes del nacionalismo y los movimientos nacionalistas en todo el mundo. También resaltar los trabajos de T.J Nossiter, A.H Jackson y S. Rokkan en su trabajo “Somme Reflections on Nationalism”, (Algunas reflexiones sobre el nacionalismo). Añadir las investigaciones de la Universidad de Cambridge y de la revista de ciencias sociales “New Society. Este apretado compendio de citas significa que el nacionalismo abarca estudios muy profesionales y de ellos podemos concluir con algunas consideraciones que voy a tratar de resumir de manera literal.

Uno de los autores citados, Seton-Watson, sostiene que “el nacionalismo extremo ha sido y es un burdo sustituto de la religión, reemplazando creencias marchitas por odios fanáticos. Demasiado a menudo sus líderes han sido inadaptados sociales frustrados semi intelectuales engreídos. En el peor de los casos el nacionalismo ha provocado masacres y expulsiones forzosas de personas básicamente inocentes”. Y añade: “los nacionalistas, fanáticamente decididos a instaurar su propio Estado independiente, decididos a imponer su nacionalidad a los pueblos dentro de su jurisdicción que no la poseen o apoderarse de territorios bajo dominio de otro gobierno que según ellos deben ser suyos, son capaces de terribles guerras civiles”.

Es razonable ofrecer a los lectores sus propias conclusiones sobre el nacionalismo. Y aplicar estas conclusiones a la situación que afecta a España cuyo gobierno de coalición social-comunista y sus socios parlamentarios son cómplices en tantos casos de los avances del nacionalismo secesionista en España. Y para colofón de estas reflexiones, si algún lector no conociera el compromiso desde sus orígenes de las izquierdas comunistas con el internacionalismo frontalmente contrario al nacionalismo, traslado aquí unas palabras de uno de los padres del comunismo, Friedrich Engels. En el Festival de Naciones de Londres en 1845 dijo: “La gran masa de proletarios está, por su propia naturaleza, libre de prejuicios nacionales, y toda su disposición y todo su movimiento es esencialmente antinacionalista”.

Entre los muchos actos de violencia que acompañan el fragor del independentismo en Cataluña, tantos que no cabrían en este escrito, destaca por su reciente actualidad el acoso y amenazas a la familia y al niño de Canet de Mar que solicita en su colegio una hora más de español. Hostigamiento y llamamientos para apedrear la casa, pintadas en la fachada e incluso aislar al niño de cinco años en el colegio; señalamiento, acoso y amenazas en las redes sociales de independentistas que no permiten que unos catalanes, y por ello españoles, puedan ejercer su derechos más elementales. La actitud de una mayoría independentista identitaria y racista protagonizan actos de violencia extrema protegidos por quienes habrían de garantizar la igualdad de todos los ciudadanos de Cataluña, pero prefieren callar e incluso alentar a las masas a la violencia callejera. “Apretem”, apretad con más fuerza les decía el psicótico President Torra cuando incendiaban calles, automóviles, mobiliario urbano, agredían a las fuerzas del orden y saqueaban comercios en Barcelona. Aunque en Cataluña traten de callarlo, hechos de exclusión identitaria y violencia extrema salpican la historia más negra de Europa. En centenares de películas y libros se describen los señalamientos, acosos, apedreamientos y agresiones a los judíos y a los gitanos que vivían en los territorios del Tercer Reich, patria del nazionalismo fundacional en el mundo. Después llegaron las detenciones y aislamiento en campos de concentración. Se trataba de eliminar al distinto, expulsarle de la sociedad. El final de esta tragedia es sobradamente conocido. Esa fue la horrenda aportación a la humanidad de los nazionalismos identitarios y supremacistas en Alemania e Italia del siglo XX. Estas observaciones y descripciones no pretenden una relación determinante entre aquello y esto, la civilización ha avanzado y Europa se agrupa en la democracia y la libertad. Un resumido repaso a la historia siempre ilustra y ayuda a analizar los hechos.

Esto es parte de la realidad que nos acecha.

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